Ayer vi un nuevo documental sobre la anorexia y la bulimia, más específicamente sobre los sitios "pro-ana" y "pro-mía". El dolor y la estupefacción que sentí con ello fue abrumador. No puedo creer que yo estuve en esa insólita posición de "chicas es preferible morir a ser gorda". No le deseo a nadie vivir con el germen metido en la cabeza acerca de
Ana. Porque sé muy bien que eso no es vivir. Yo no crucé ningún límite, a decir verdad. Y sin embargo sentí cómo rápidamente mi mente se convertía en odio y superficialidad.
Pero el trauma de todo esto, es que a su vez
extraño el lado bueno,
y la inimaginable satisfacción de sentir "Lo logré". Es por eso que me planteo en algunas ocasiones el volver ayunar, sentirme vacía y llena de control.
Creo que lo voy a hacer. Pero de una manera más sana en lo posible, y más arraigada a la tierra. Seguramente desista de este error y vuelva a comer con normalidad. Mas soy normal; y estoy gorda. ¿Por qué no comer sano entonces? Porque el período en que estuve enferma dejó la secuela de la
vulnerabilidad. Y ahora regreso sí, aunque esta vez, bajo el lema de
no es un juego.
Realmente no lo es.